martes, 24 de noviembre de 2009

Adaptación medioambiental

Los homínidos experimentaron profundos cambios en su entorno con el transcurso del tiempo. El polen vegetal y los huesos de animales fosilizados, junto con el análisis químico de suelos y sedimentos, aportan gran información sobre las condiciones medioambientales a las que tenía que adaptarse el ser humano.
Hace unos 8 millones de años los continentes, que se habían ido desplazando lentamente a lo largo de periodos muy largos de tiempo, se situaron definitivamente en las posiciones que ocupan en la actualidad. Pero, sin embargo, la corteza terrestre ha continuado moviéndose desde entonces y estos movimientos han alterado de forma profunda el paisaje en todo el mundo. Importantes cambios geológicos han afectado el curso de la evolución humana como, por ejemplo, los del sur de Asia que conformaron la cordillera del Himalaya y la meseta del Tíbet o los de África oriental que conformaron el valle del Rift. La formación de los principales valles y cadenas montañosas dio lugar a cambios en los patrones de vientos y lluvias. En muchas zonas las épocas secas se hicieron más pronunciadas y en África las condiciones se hicieron, por lo general, más frías y secas.
Hace unos 5 millones de años aumentaron las fluctuaciones en el clima global, siendo en el Plioceno (hace entre 5 y 1,6 millones de años) bastante pronunciadas las fluctuaciones de temperatura. Durante este tiempo el mundo entró en un periodo de intenso enfriamiento, iniciado hace unos 2,8 millones de años, y que consta de fases más frías conocidas como glaciaciones (épocas en las que se forman los glaciares) y fases más cálidas conocidas como interglaciaciones (épocas durante las cuales se funden los glaciares). Durante el Plioceno, las glaciaciones y las interglaciaciones duraban unos 40.000 años cada una. Por el contrario, durante el pleistoceno (entre 1,6 millones de años y 10.000 años) se produjeron fluctuaciones de estas fases glaciales mucho mayores y más largas. Así, por ejemplo, desde hace unos 700.000 años estas fluctuaciones se vienen repitiendo aproximadamente cada 100.000 años.
Hace entre 5 y 2 millones de años la mayor parte de África estaba cubierta por una mezcla de hábitats de bosques y praderas. Hace unos 1,7 millones de años el este de África entró en un periodo prolongado de sequía y al cabo de 1 millón de años grandes partes del paisaje africano se habían convertido en sabana. Por tanto, los primeros australopitecinos y el Homo antiguo vivieron en lugares relativamente boscosos, mientras que el Homo ergaster y el Homo erectus vivieron en zonas de África más abiertas. Las primeras poblaciones humanas encontraron entornos nuevos y diferentes cuando emigraron fuera de África como, por ejemplo, temperaturas más frías en el Oriente Próximo y bosques de bambú en el Sureste asiático. Hace al menos 1 millón de años las poblaciones se habían trasladado a zonas de climas templados de Europa y Asia, donde sufrieron largos periodos de tiempo muy frío.
Todos estos cambios —cambios profundos de paisaje, patrones cambiantes de lluvias y sequía y fluctuaciones de temperatura— supusieron retos para la supervivencia inmediata y a largo plazo de las primeras poblaciones humanas. Cada una desarrolló diferentes adaptaciones según su entorno, lo que en parte explica la existencia simultánea de varias especies durante gran parte de la evolución.
Algunas de las adaptaciones de los homínidos a los nuevos climas consistieron en cambios en su anatomía. Por ejemplo, un cuerpo alto y delgado como el del Homo ergaster —con una gran superficie de piel expuesta al viento— permite disipar el calor de forma muy eficaz. Probablemente esta adaptación ayudó a las especies a sobrevivir en los entornos más cálidos y más abiertos de África hace unos 1,7 millones de años. Por el contrario, el cuerpo bajo y ancho del Neandertal permitía conservar bien el calor, ayudándole a sobrevivir durante el periodo glacial en Europa y el oeste de Asia.
El aumento de tamaño y complejidad del cerebro permitió a los homínidos adaptarse cada vez mejor al entorno mediante cambios en su comportamiento cultural. El mayor aumento del tamaño del cerebro se produjo hace unos 700.000 años, periodo durante el cual el clima y el medio ambiente fluctuaron dramáticamente. Durante este periodo también evolucionó más rápidamente el comportamiento cultural humano, probablemente como respuesta a la necesidad de hacer frente a entornos imprevistos y cambiantes.
El ser humano siempre se ha adaptado a su entorno ajustando su comportamiento. Así, por ejemplo, los primeros australopitecinos se desplazaban por los árboles y por el suelo, lo que probablemente les ayudó a sobrevivir a fluctuaciones ambientales con hábitats boscosos y otros más abiertos. El Homo antiguo se adaptó fabricando utensilios líticos y transportando sus alimentos a lo largo de grandes distancias, aumentando así la variedad y la cantidad de su alimentación. Es posible que una dieta ampliada y flexible ayudase a estos fabricantes de utensilios a sobrevivir a cambios inesperados de su entorno y de los alimentos disponibles.
Cuando las poblaciones de Homo erectus se trasladaron a las regiones templadas de Eurasia tuvieron que enfrentarse a nuevos retos para poder sobrevivir. Durante las estaciones más frías tenían que emigrar o buscar refugio en, por ejemplo, cuevas. Algunas de las primeras evidencias definitivas de cavernícolas, datadas en hace unos 800.000 años, se han encontrado en el yacimiento de Atapuerca en el sur de España. Este yacimiento pudo haber sido el hogar de las primeras poblaciones de Homo heidelbergensis. El Homo erectus también utilizó cavernas como refugio.
Los homínidos aprendieron a controlar el fuego y a usarlo para generar calor, preparar alimentos y protegerse de otros animales. Los restos más antiguos de viviendas conocidos datan de hace unos 450.000 a 300.000 años y pertenecen a yacimientos tales como Bilzingsleben en Alemania, Verteszöllös en Hungría o Zhoukoudian en China. Los yacimientos africanos datados en unos 1,6 a 1,2 millones de años de antigüedad contienen huesos carbonizados y sedimentos coloreados, pero muchos científicos piensan que esta evidencia es demasiado ambigua y no permite demostrar que el ser humano controlaba el fuego. Las primeras poblaciones en Europa y Asia también tal vez también se abrigaban con pieles de animales durante los periodos de glaciación. Las agujas de hueso más antiguas conocidas, que indican el desarrollo de la costura y de la indumentaria, datan de hace unos 30.000 a 26.000 años.

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