martes, 17 de noviembre de 2009

El Neandertal


7 El Neandertal
El hombre de Neandertal vivió en áreas situadas entre el oeste de Europa y Asia central en una época comprendida entre hace 120.000 y 30.000 años. El nombre de Neandertal se debe a los fósiles encontrados en 1856 en la cueva Feldhofer del valle del Neander en Alemania (tal —forma moderna de thal— significa ‘valle’ en alemán). Los científicos se dieron cuenta varios años después de que algunos descubrimientos anteriores —realizados en 1829 en Engis, Bélgica, y en 1848 en Forbes Quarry, Gibraltar— también pertenecían a un Neandertal. Estos dos primeros descubrimientos se refieren a los primeros fósiles de humanos primitivos
encontrados.
Cráneo del hombre de Neandertal
El cráneo del Homo sapiens neanderthalensis (en la imagen, a la izquierda), que presenta marcados arcos superciliares, difiere considerablemente del perteneciente al hombre actual, el Homo sapiens sapiens (al ampliar la fotografía, a la derecha), más redondeado y con las paredes óseas más delgadas.


En el pasado, los científicos pensaban que existían grandes diferencias entre el hombre de Neandertal y del hombre moderno. Esta suposición se basaba en una reconstrucción defectuosa de un esqueleto de Neandertal que presentaba las rodillas dobladas y una forma de andar con la cabeza baja y los brazos caídos. Esta reconstrucción dio la impresión general, aunque errónea, de que el hombre de Neandertal era un individuo rudo de escasa inteligencia que vivía de forma tosca.
Por el contrario, el Neandertal, como las especies que le precedieron, caminaba totalmente erguido y no tenía la mirada baja ni las rodillas dobladas. Además, su capacidad craneana era bastante grande (aproximadamente de 1.500 cm3), ligeramente superior a la del hombre moderno (la diferencia se debe probablemente a su mayor masa muscular frente a la del hombre moderno, que normalmente va aparejada a un volumen cerebral mayor).
Comparado con los primeros homínidos, él tenía un alto grado de sofisticación cultural. Parece que realizaba rituales simbólicos como, por ejemplo, el enterramiento de los muertos. Los fósiles de esta especie —incluida una serie de esqueletos bastante completos— son bastante numerosos si se comparan con los de formas más primitivas de Homo, en parte debido a sus costumbres funerarias. También fabricaba sofisticados utensilios de piedra del tipo conocido como musteriense.
Junto a muchas similitudes físicas, el Neandertal difería, sin embargo, del hombre moderno en varios aspectos: poseía un cráneo achatado y alargado, senos nasales anchos (lo que sugería una nariz grande), mejillas prominentes, marcados arcos superciliares, mentón retraído y un espacio detrás del tercer molar.
El esqueleto del Neandertal también era de complexión más fuerte con huesos más gruesos que los del hombre moderno. Otras características esqueléticas eran la curvatura de los huesos de los miembros inferiores en algunos individuos, escápulas anchas, articulaciones de la cadera giradas hacia fuera, pubis largo y delgado y huesos cortos en las partes inferiores de piernas y brazos en comparación con los huesos superiores. En conjunto, estos rasgos componían un cuerpo potente y compacto de baja estatura —el hombre medía un promedio de 1,7 m de altura y pesaba 84 kg, mientras que la mujer medía un promedio de 1,5 m de altura y pesaba 80 kg.
La complexión baja y fuerte del Neandertal le permitía conservar el calor y le ayudaba a soportar condiciones extremadamente frías como las que comenzaron a imponerse en las regiones templadas hace unos 70.000 años. Los últimos fósiles conocidos de esta especie procedían del oeste de Europa y tienen más de 36.000 años de antigüedad.
Al mismo tiempo que las poblaciones de Neandertal crecían en número en Europa y en partes de Asia, surgieron otras poblaciones de homínidos casi modernos en África y Asia. Los científicos se refieren habitualmente a estos fósiles, que son distintos pero parecidos a los del Neandertal, como primitivos. Los fósiles de los yacimientos chinos de Dali, Maba y Xujiayao muestran el cráneo chato y alargado y el rostro ancho típicos de los primeros homínidos, aunque también presentan algunas características similares a las de los humanos modernos de la región. En la cueva del yacimiento de Jebel Irhoud, Marruecos, los científicos han encontrado fósiles con el cráneo alargado típico de los homínidos primitivos pero también con rasgos modernos como una frente algo más alta y rostro más plano. Los fósiles humanos procedentes de yacimientos de África oriental de hace más de 100.000 años —tales como Ngaloba en Tanzania y Eliye Springs en Kenia— también parecen mostrar una mezcla de rasgos primitivos y modernos.

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