martes, 17 de noviembre de 2009

Los australopitecinos


Los primeros homínidos de los que se tiene la seguridad de que fueron completamente bípedos son los miembros del género Australopithecus, de los que se han conservado esqueletos muy completos (como el de la famosa Lucy).
Este tipo de homínido prosperó en las sabanas arboladas del este de África entre 4 y 2,5 millones de años atrás con notable éxito ecológico, como lo demuestra la radiación que experimentó, con al menos cinco especies diferentes esparcidas desde Etiopía y el Chad hasta Sudáfrica.
Su desaparición se ha atribuido a la crisis climática que se inició hace unos 2,8 millones de años y que condujo a una desertificación de la sabana con la consiguiente expansión de los ecosistemas abiertos, esteparios. Como resultado de esta presión evolutiva, algunos Australopithecus se especializaron en la explotación de productos vegetales duros y de escaso valor nutritivo, desarrollando un impresionante aparato masticador, originando al Paranthropus; otros Australopithecus se hicieron paulatinamente más carnívoros, originando a los primeros Homo.
La mayor parte de las principales características físicas humanas de los australopitecinos estaban relacionadas con su postura bípeda. Antes de ellos, nunca un mamífero había desarrollado una anatomía que le permitiera andar erguido de forma habitual. También tenían dientes caninos pequeños, comparados con los grandes caninos que se encuentran en casi todos los demás primates catarrinos.
Sin embargo, otras características de los australopitecinos recordaban a sus antepasados simios: un cráneo bajo tras un rostro prominente y un tamaño de cerebro de 390 a 550 cm3 —similar al de los simios. El peso de los australopitecinos, estimado a partir de sus huesos, oscilaba entre 27 y 49 kg y su altura entre 1,1 y 1,5 m, valores que se aproximan mucho a los de los chimpancés (erguidos). Algunas especies de australopitecinos presentaban un marcado dimorfismo sexual —los machos eran mucho mayores que las hembras— rasgo también encontrado en gorilas, orangutanes y otros primates.
Los australopitecinos también tenían dedos curvos y pulgares largos con amplia movilidad. En comparación, los dedos de los simios son más largos, más potentes y más curvados, adaptación que les permite perfectamente colgarse y balancearse en las ramas. Los simios también presentan pulgares muy cortos que limitan su capacidad para manipular objetos pequeños. Los paleoantropólogos especulan con la posibilidad de que los pulgares largos y diestros de los australopitecinos les permitiesen utilizar utensilios de forma más eficaz que en el caso de los simios.
Los caninos del hombre, comparados con los de los simios, son muy pequeños. Éstos —en especial los machos— tienen caninos fuertes, prominentes y afilados que utilizan como arma disuasoria en caso de agresión y en ocasiones como arma de defensa. A lo largo de 4 millones de años los australopitecinos fueron desarrollando unos caninos más pequeños y más planos, característica común a los seres humanos. La reducción de los caninos puede haber estado relacionada con un aumento en la cooperación social entre los individuos y, por consiguiente, con una menor necesidad por parte de los machos de mostrar su agresividad.
Los australopitecinos pueden dividirse en un primer grupo de especies, conocido como australopitecinos gráciles, aparecidos hace más de 3 millones de años, y un grupo posterior, conocido como australopitecinos robustos, que evolucionó en los últimos 3 millones de años. Los primeros —a partir de los cuales evolucionaron varias especies en los últimos 4,5 a 3 millones de años— presentaban, por lo general, dientes y mandíbulas más pequeñas. Los robustos, de evolución posterior, presentaban rostros más anchos con mandíbulas y molares grandes. Estas características indican una masticación potente y prolongada de alimentos; los análisis realizados del desgaste de la superficie de masticación de los molares de los australopitecinos robustos apoyan esta idea. Algunos fósiles de la primera especie de australopitecinos tienen características parecidas a las de la especie posterior, lo que sugiere que los robustos evolucionaron a partir de uno o más antepasados gráciles. Un fragmento de mandíbula con un molar de hace 5 millones de años y otra mandíbula con dos molares de hace 4,5 millones de años, ambos de Kenia, pueden ser los fósiles de australopitecino más antiguos encontrados hasta el momento.

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